Revisando algunos de los mensajes que mis compañeros de colegio me envían encontré diversas y profunda referencias a la mujer ideal, como continuación de mis pensamientos sobre las niñas, jóvenes y mujeres adultas de mi patria, y en ellas todas aquellas en las culturas compatibles con nuestro cristiano entendimiento del compromiso fundamental con la rectitud y el mutuo respeto como bases indispensables para los sensitivos y transcendentes valores y conductas individuales y familiares.
Al finalizar y ya bien tarde en la noche me fui a la cama. Mi esposa de 46 años de convivencia estaba profundamente dormida pero cuando me acomodé a su lado, perezosamente despertó, me dio un beso, tomó mi mano colocándola bajo su mejilla como si fuera una almohadita viviente y volvió a sumergirse placidamente en su sueño.
Mientras tanto yo meditaba en cuan bendecido he sido al haber encontrado una joven que se convirtió a mi lado en mujer, esposa, fiel compañera y apoyo en las buenas, las malas y las peores circunstancias de nuestra vida.
Ello me hizo apreciar el tesoro invaluable de encontrar a una joven con bien fundados valores morales. Y no estoy refiriéndome a una tímida o timorata adolescente o mujer. Ella era y es vivaz, afable, agradable, osada y aventurera. Ambos fuimos excelentes bailarines y una de las parejas favoritas en las recepciones y fiestas sociales y gubernamentales, en donde se nos pedía a menudo que mostráramos nuestra agilidad y entusiasmo danzando todo tipo de ritmos desde la música soul y el foxtrot norteamericanos hasta las ardientes cadencias tropicales de moda.
Pero ella era una sólida y balanceada joven de la cual tuve el privilegio de ser el varón que la adentró en la senda, no siempre toda color de rosa pero experimentada intensamente por ya 71 años de una vida que espero no termine ni siquiera al llegar a los 104 años de los jóvenes de corazón, a como dice una popular canción de nuestros años jóvenes en Norteamérica, y si Dios lo permite aún más allá de esa dorada meta.
No es necesario ser cristiano para poder darnos cuenta de cuan fundamental es esto…. Los poetas, escritores, fotógrafos y toda suerte de personas de bien que exaltan la belleza femenina en sus diversas facetas no encuentra una mejor manera de hacerlo que exaltando los valores morales de la propia y la mutua apreciación, discernimiento, amor y respeto.
Más aún… en lo que es el aspecto más importante de todas las relaciones humanas… el ámbito transcendental y espiritual debemos obligadamente darnos cuenta de que hay dos caras en la moneda de la vida relacional.
Una cara es la impuesta por el mundo exterior a través de los enfoques e imposiciones liberales en relación a la libertad personal y las modas y tendencias que en realidad en lugar de enfatizar y mostrar la belleza femenina más bien la degradan al convertirla en una herramienta de control consumista, aunque, por estar profundamente manipulados por toda la gama de abiertas o subliminales influencias que incesantemente nos abruman, nos rehusemos a reconocerlo o rechazarlo.
En los días presente esto es más evidente sobre todo en las jóvenes, las adolescentes y aún las mujeres adultas, en la imperiosa exigencia de conformación y sometimiento como precio de la aceptación por parte de nuestros grupos sociales, aunque ello requiera el renunciar o poner a un lado los tesoros internos de la autoestima, el derecho a escoger y no tan solo ser escogidos, el derecho a esperar a ser apreciados por lo que somos y no solo lo que aparentamos ser, el derecho a esperar, decir no, el derecho a ser visto y tratado con la mayor ternura y respeto cualquiera que sea el ámbito en que nos encontremos, individual, familiar, social o religioso.
¡Realmente piensan que en esta forma podrán ser consideradas como las “permanentes compañeras de vida” de tales temporales conocidos o compañeros de grupo?
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¿No os detenéis a pensar cuan mejor sería el recibir la alabanza y la aceptación indubitable de vuestros futuros familiares así como la de cualquier sensata y responsable persona en vuestro ambiente social, al menos aquellos cuya aceptación realmente cuenta por lo valioso de su integridad personal y social… tal como se expresa en Proverbios Capítulo 5 versículos 18 y 19 dirigidos tanto a ti como al varón que llegue a ser tu esposo: “!Bendita sea tu propia fuente! ¡Goza con la compañera de tu juventud, delicada y amorosa cervatilla! ¡Que nunca te falten sus caricias! ¡Que siempre te envuelva con su amor!
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