Saturday, June 6, 2009

UNA BELLA HISTORIA Y NO UNA FÁBULA O LEYENDA.

A través del recibido amor de Dios recientemente he tenido la oportunidad de volver a narrar, no la fábula interminable de Narnia, sino una real y comprobada historia sin final del amor dado, del amor recibido, del amor reciprocado y entregado a otros, y del amor y las bendiciones agregadas, recibidas de regreso cien veces aumentadas.

Existe un refrán que afirma que lo que de bueno poseemos nunca es realmente apreciado hasta que lo perdemos. Otros refranes nos dicen que es necesario dar, en libertad, abundancia, amor, gozo, pero también sacrificialmente.

Es muy fácil comprender eso de en libertad, abundancia, amor y gozo cuando la riqueza, la salud y las bendiciones abundan. Pero… ¿Puede esto ser posible cuando se tiene que dar sacrificialmente, de lo poco que tenemos, de nuestras carencias y necesidades? ¿Dar de lo poco que queda de nuestra riqueza, salud y bendiciones, a como está sucediendo en estos días?

Sí, sí, si, y cien veces sí. Lo he visto en otros. También lo he visto en mi vida personal y la de mi familia. En el futuro trataré de resumir, y de alguna manera simple y fiel, algunas de estas ocurrencias palpitantes, para humildemente dar testimonio personal de la existencia real de estos hechos.

Podríamos hablar, en forma general, del libro más antiguo de la Biblia, donde se describe los avatares y vicisitudes de su personaje principal, Job, y de su vida, en gozo y luego en desgracia, pero finalmente recuperada por su fidelidad hacia Dios.

Podríamos también hablar de las acciones del Buen Samaritano. Aunque algunos pudieran atribuir nuestras palabras como una muestra más de la hoy en día tan popular jerigonza cristiana y a la proselitización, orientadas al esfuerzo por convencer a los no creyentes, en forma emotiva e irracional por improvisada e inconsistente.

También podríamos presentar la emotiva historia del niño hambriento que recibió un vaso de leche de manos de una jovencita que lo invitó a entrar a su casa. También podríamos enfatizar el agradecimiento demostrado por medio de la cirugía efectuada por un afamado cirujano a la misma jovencita muchos años más tarde

Y, sí, estáis en lo cierto, es fácilmente visualizar que el cirujano y la joven son los mismos de la bellísima historia inicial, cuando las facturas del hospital le fueron presentadas a la joven, selladas con un rotundo “pagado en su totalidad con un vaso de leche”

Hoy en día existe una crisis de todo tipo y forma, que ominosamente infiltra todos los ámbitos sociales y que imposible de ocultar o de negar. Y está afectando todo financialmente, moralmente. Millones han perdido, están perdiendo y perderán sus trabajos, hogares, y su presente comodidad y abundancia, y aparentemente también su futuro, haciendo fracasar la universal búsqueda incansable de lo que ha sido bautizado con el nombre utópico del “sueño americano”.

Pero este caos actual no es el fin del mundo. Es tan solo el comienzo de los tiempos de los nuevos amaneceres plenos de agradecimiento que esperan pacientemente que terminen estas oscuras noches, si es que nos decidimos a hacer los cambios necesarios en nuestras creencias y actitudes en relación a la vida y a como vivirla a plenitud y conciencia.

Todos nosotros podemos hacer de este potencial futuro un real presente si agregamos a los cambios las también necesarias acciones de amor dado y recibido.

No trataré en forma alguna de emotivamente arengar a ningún potencial donador a que se desprenda de lo que talvez en estos momentos es esencial para su propia supervivencia.

Tan solo trataré de mostrar lo que el amor dado y recibido significa y cómo este círculo se cierra y se completa, en sí mismo, en una espiral envolvente y expansiva que nos lleva a los niveles superiores de la convicción, apercibimiento, decisión y acciones requeridas.

Trataré de hacerlo en dos formas complementarias aunque diferentes. Una, por medio de la lógica basada en la firme y profunda convicción de la certitud del retorno cien veces duplicado de lo que es dado o compartido con los más necesitados, como instrumentos de amor y caridad del Señor, nuestro Dios.

La otra forma será guiándolos hacia la toma de conciencia de lo que otros, individualmente o ministerialmente, han hecho a través de los años. Y no tan solo unos pocos y recientemente, sino durante ya 132 años a la fecha.

Espero, sinceramente, humildemente y resueltamente, que todos ustedes, los potenciales lectores de este blog, puedan tomarse un momento de respiro en sus agitadas vidas inmersas en las presentes tribulaciones y pruebas, y hacer de esta convicción de que un futuro mejor espera a la vuelta de la esquina del tiempo, a través nuestras presentes, decisivas y generosas acciones, la regla orientadora y la luz iluminante que alumbre el camino a través de estas oscuras horas de desolación y desesperanza .

Primeramente, trataré de que puedan todos visualizar el concepto y el enfoque del retorno del cien por ciento. Tomemos por ejemplo la decisión de dar o compartir con los más necesitados, ya sea donando dinero que será duplicado por donaciones similares en cuantía por otros generosos donadores, o compartiendo posesiones o tiempo, o recibiendo en nuestros hogares a los necesitados de amor, comprensión, aceptación y ánimo.

Visualicemos el dar un mínimo del diez por ciento de nuestra atención, amor, posesiones o tiempo. El Señor nos devolverá cien veces ese diez por ciento, lo que significa un total de diez veces lo que originalmente recibimos y tenemos.

A esto El añadirá el cien por ciento del diez por ciento que el receptor de nuestra generosidad nos regresaría si sabe ser agradecido y como corresponder generosamente en relación a lo que haya recibido. Esto significa un retorno igual a lo que originalmente teníamos. Él, el Señor, nos lo dará si el receptor no reacciona de acuerdo con las reglas de la generosidad y el agradecimiento.

Al añadir ambos retornos entonces nos veremos con once veces lo que teníamos más el noventa por ciento de lo que originalmente era nuestro, para alimentar el expansivo círculo del amor dado y recibido.

Si consecuentemente seguimos dando el diez por ciento de lo acumulado, el retorno se acrecienta en una casi imposible de entender manera.

El 10% de la 11.90 acumulada expansión de las bendiciones equivalen a una segunda distribución o donación del 1.19% de las bendiciones originales.

La devolución directa del cien por ciento duplicamiento de las bendiciones por parte de Dios, se convierte entonces en la acumulación de las bendiciones originales.

A esto se agregarían 10.71 duplicaciones correspondientes a la distribución de nuestro 90% no distribuido originalmente sino resguardado para nuestro propio gozo o consumo..

A esto agregaríamos el cien por ciento de retorno del 10% del nuevo 10% distribuido, equivalente a 11.90 veces las bendiciones originales.

El gran total, entonces, de las bendiciones acumuladas, que estarían en nuestra posesión, se convierten entonces en 141.61 veces el total de las bendiciones poseídas al inicio del primer círculo del amor dado y recibido.


CÁLCULO DEL RETORNO DE LOS CIEN POR CIENTOS

¿Podrías haber imaginado estos increíbles retornos acumulados?

Y el ejemplo tan solo cubre 2 ciclos.

Y por tan solo una persona.

¿Podríais imaginar los resultados acumulados cuando una gran cantidad de personas sigan el ejemplo de esta primera?

¿Cien personas, por ejemplo?
¿Mil personas?
¿La acumulación de los resultados de lo dado por una sola vez?
¿Los de los firmemente comprometidos?
¿Los de los fieles donadores a través de los años?

Probablemente no. Porque la felicidad y el sentido de realización y gozo usualmente residen en el ámbito de lo espiritual.

Y el ámbito de lo espiritual es directamente opuesto a lo que en líneas generales y ambiciosamente se considera el éxito y la satisfacción materialista, manifestado en el exhibicionismo y la ganancia a toda costa, a sí como en las acciones motivadas por un sentimiento de culpa o de auto-justificación en lugar un genuino compartir lo propio y un generoso amor o compasión cristiana.

El retorno del cien por ciento de las bendiciones existe y ellas son verdaderas y efectivas. Tan solo nuestra incredulidad rebelde y obstinada puede negarlo.

Pero si las dudas persisten, consideremos la segunda manera que tenemos a la mano para convencernos de lo provechoso del donar tiempo o dinero, o el de compartir nuestras posesiones.
Especialmente cuando ello será complementado en cantidades y formas iguales por otros generosos donadores y voluntarios.

Esto es lo que vino a mi mente al escudriñar las actividades reportadas por el ministerio conocido como el “Fresh Air Fund”, que ha venido bendiciendo a los niños norteamericanos desde el año del Señor de 1877.

Los cálculos anteriormente expuestos estaban basados en la involucración de tan solo una persona. Multiplicadlos por el número de tantos que han contribuido, año con año, por 132 años. Es mareante, increíble, maravillosamente asombroso, y verdadero.

Chequead los programas. Chequead los numerosos de niños bendecidos. Chequead la abundancia de las actividades. Imaginad el gozo y la felicidad reinantes en ambos extremos de esta ecuación amorosa.


Id a la web y buscad http://www.freshair.org/ y gozáos en su contenido.



Un escéptico podría preguntarse… ¿132 años? ¿Y siguen todavía pidiendo? ¿Serán sus estadísticas verdaderas? ¿Y qué no ven que la crisis está derrumbando el mundo en pedazos?
En primer lugar, tenemos que cuidar de nosotros mismos. La caridad comienza en casa.
Lo siento por ellos, pero más lo siento por mí mismo. Necesitamos sobrevivir a toda costa.

Los desesperanzados y los pesimistas podrían decir… ¿Cómo podría dar aún si lo quisiera?
Estoy más bien para recibir que para dar. Sin trabajo, sin casa. Apenas cubriendo mis necesidades más inmediatas y básicas.

Los visionarios y los soñadores, al contrario, dirían… Bendito sea El Señor por darnos personas como esas. Es verdad que el número de niños desposeídos se ha expandido geométricamente así como el abuso y el abandono que sufren.



Pero podemos orar y pedirle al Señor que nuestra generosidad se expanda de igual manera, para permitirles continuar protegiendo no solamente a los que protegen actualmente, sino que también en igual o diferentes formas a los niños de todo el mundo sufriente y abusado.

Para que podamos bendecirlos y ser bendecidos al mismo tiempo, y así poder vivir la vida bella que está destinada que vivamos mientras transitemos las sendas de esta vida presente.
Nunca olvidemos que Dios está en comunicación siempre con nosotros, nos envía sus mensajes desde el cielo y nos pide tan solo que tengamos la fe necesaria de la semilla de mostaza para no solo sobrellevar las penalidades sino hasta poder mover montañas.
tan solo nos pide que creamos en El, que oigamos su voz, que no desesperemos ni claudiquemos, porque El es bueno, siempre fiel.