Sunday, October 16, 2011

REFLEXIONES

Últimamente me he estado refiriendo
a mi esperanza que los jóvenes nicaragüenses
van a encontrar el camino,
si es que así se deciden a hacerlo,
originando un cambio verdadero
en las estructuras sociales, comenzando
por ellos mismos, el ámbito familiar
y el comunitario y nacional.

Eso no implica que la tarea les corresponda
tan solo a ellos.  Nosotros los adultos,
cualquiera que sea el bando en que nos
sintamos o nos hayamos colocado,
tenemos la responsabilidad primaria de
mostrarles cuales son los valores
fundamentales
que habrán de regir sus vidas.

Errores, abusos, equivocaciones,
convenencieras componendas, ha habido,
hay y habrá, desafortunadamente.
Sin embargo ello no debería impedir
nuestras acciones correctivas,
no para auto justificarnos, o para mantener
encendidas las contiendas,
sino para mostrar
con hechos que siempre hay lugar,
no para seguir con tales componendas,
sino para mostrar el sendero
de la reconversión
de los valores perdidos,
mostrando las realidades
y teniendo en mente que tan solo
la verdad
nos hará libres.

No se trata de ceder, sino todo al contrario
el de sostener firmemente nuestra integridad
y nuestra realización de que tan solo la verdad
nos traerá tranquilidad a nuestra conciencia,
y por ende a nuestro espíritu.

La situación tan caótica, tan confusa,
tan apasionada hasta el extremo del insulto
y la violencia emocional, me ha traído a la
mente unas reflexiones que en similares
circunstancias, ya hace 44 años,
le hiciera a mis hijos, específicamente
a mi hijo mayor.  

Hoy quiero compartirlas con cualquiera
que quiera, imparcial y serenamente,
considerarlas.  
He aquí lo que hace 44 años ya, escribiera,
sirviendo de referencia a la conducta
posterior de mis hijos, de los que estoy plena
y satisfactoriamente orgulloso.

“Hace pocos días, cuando a mi dormitorio
acudían mis hijos temprano en la mañana,
noté a uno de ellos con una expresión
en su rostro más que de inquietud de
desconcierto.

Al darme el beso de los buenos días
siguiendo la grata costumbre
que tanta influencia ha tenido
en nuestra cohesión familiar
y que tan raro se vé
en las relaciones familiares modernas,
mi hijo, el de la cara cejijunta de ese día,
se acomodó en mi cama y comenzó
a relatarme situaciones
y a formularme preguntas, esperando
como siempre que mis respuestas
se ajustaran a la verdad,
que él en su inocencia acepta
como un hecho incontrovertible
por venir de la boca de su padre.

¡Papá!  Estamos en huelga en el colegio. 
Y dicen que es por unos presos
y porque tenemos
que salvar a la Patria a costa,
si es necesario,
de nuestra sangre y nuestras vidas.

¡Papá!  ¿Por qué tenemos que salir a pelear
si lo que yo quiero es estudiar para ser
como Ud.
cuando llegue a ser grande? 
Esto fue lo que me preguntó con su inocencia
plasmada en su carita todavía soñolienta.

¡Papá!  Ya llevamos tres días de huelga
y me siento aburrido porque no nos dan clases
ni nos dejan practicar deportes. 
Los que llegaron al colegio nos dijeron
que no nos dejáramos
lavar el cerebro por los padres reaccionarios
y que estábamos en la obligación
de mantener la huelga.

¡Papá!  La última vez que estuvimos en clase
llegó un grupo gritando y nos sacaron de clase. 
Todos estaban felices porque no iban a estudiar
 nos fuimos a jugar a las canchas del colegio
y unos pocos se fueron al portón
a gritar y a hacer bulla.

¡Papá!  Dicen que nos van a matar a todos. 
Pero en vez de salir a pelear ellos
y defendernos nos envían a nosotros
a la calle.  Y los papás de varios de mis amigos,
que viven bien, llegan en sus carros lujosos
a apoyar a sus hijos y a decirles
que hay que luchar por los pobres y el pueblo.

Yo no entiendo, papá, lo que está pasando. 
Porque tú siempre me aconsejas
que debo estudiar y prepararme
para ser hombre de provecho en el futuro…

Al escuchar a mi hijo, francamente,
sus preguntas y más que sus preguntas
su actitud de desconcierto
sobrecogieron mi corazón y pensamientos
a tan temprana hora, cuando aún no abandonaba
el lecho.  Agradecí en lo profundo que todavía
hay confianza entre mis hijos y yo, su padre. 

Agradecí que todavía haya respeto, que todavía
se escuche mi voz como el eco de la verdad. 
Porque soy yo, su padre, quien la expresa. 
Pero al mismo tiempo me angustió el tener
que explicar, esperando no confundirle,
aquel cúmulo complejo de cosas
que están distorsionando
el concepto cabal de los hechos que a su vez
conforman el horizonte
de la formación intelectual y moral
de nuestros hijos.

Porque… ¿cómo explicar a mi hijo
que lo que existe
es una tergiversación intencionada de los hechos,
una cobardía general
y una claudicación total
de la autoridad paterna,
una traición imperdonable al ideal
y responsabilidad magisterial
al moldear aviesamente el espíritu
infantil y juvenil
de los alumnos, para que ellos, los niños,
se lancen a la calle y pretendan realizar
lo que ellos,
los adultos, no se atreven a hacer.

Y traté de explicarle a mi hijo que la sociedad
será siempre injusta, y que siempre habrá clases
o personas menos favorecidas,
ya sea por incapacidad,
falta de preparación, de oportunidad,
o por abulia o pereza. 

Y traté de explicarle que la pretendida igualdad,
que a troche y moche se pregona,
es un lema atrayente como slogan de protesta
siempre y cuando no afecte a los intereses
o conveniencias personales
de los que así protestan.

Porque si no es así y si la razón está de parte
del estudiante universitario que en lugar
de prepararse para ser un profesional
verdaderamente útil a la patria
en lugar de tan solo protestar y pedir igualdad,
libertad de pensamiento, de expresión,
asociación y demás palabras tan bonitas,
por qué entonces no consienten en
su seno a los otros estudiantes
que no comulgan con ellos
y que también tienen derecho a opinar,
disentir, estudiar, defender al gobierno, 
o ser simplemente familiares de
gobiernistas.

Traté de explicarle que una causa fundamental
de los excesos es la falta
de preparación académica
y madurez cívica y política
de muchos estudiantes
de ayer y de hoy, porque aunque aparezcan
al presente como profesionales
graduados no pasan de ser
estudiantes protestones
y fracasados oportunistas políticos.

Traté de explicarle como viven
en una alharaca
constante y en busca de cómo
utilizar “la piedra”
(excusa o medio) para buscar,
obtener, mantenerse y sobrevivir en un puesto
o conseguir una prebenda y al no obtenerlo
o perderla, pregonan con falta de honestidad
que renuncian por exceso de honradez
y de civismo,
olvidando los años que lucharon
por mantenerse en el mismo.

Porque es muy fácil gritar y protestar
en lugar de estudiar cuando las autoridades
académicas, que debieran guiar,
conducir, orientar, disciplinar y controlar
la calidad de la educación, se contentan
con tolerar y navegar con la
corriente para no levantar oposición
o antipatías en su contra y así gozar
de una popularidad dudosa, o cuando
peor aún manipulan e incitan al estudiantado
por motivos e intereses propios
como los presupuestos que controlan
sin supervisión exterior alguna, si no es que
los utilizan para fomentar
los movimientos subversivos.

Mucho de esto sucede porque saben
que en el lapso de pocos años
se desembarazarán de los estudiantes
protestones al graduarlos
aunque no estén preparados,
lanzándolos a la lucha por la supervivencia social
y económica con un bagaje insuficiente
de recursos académicos, intelectuales y morales.

Porque poco les importa que,
al verse enfrentados
a las exigencias económicas
de una familia creciente
que además de amor pide pan
y condiciones decorosas
para su desarrollo y sustento,
estos estudiantes
se vean obligados a abandonar su familia
para proseguir la lucha por las
reivindicaciones sociales.

Pero esta vez por necesidad
y no por presión grupal como antes,
escondiendo su fracaso como padres de familia
claudicantes y vergonzantes, forzados a engañar,
a robar, a corromper y ser corruptos,
a dejarse corromper y ser aún
más corruptos para poder obtener
o mantener la posición
social o económica a que han llegado
o pretenden llegar sin estar capacitados
plenamente.

Mientras tanto, hijo mío, verás siempre
que los primeros en la fila de manipuladores
sociales, los rectores, los guías,
las sapiencias intelectuales, los periodistas
y políticos comprometidos con el pueblo,
seguirán pontificando, liderando,
corrompiendo y navegando
en la marea de las inquietudes juveniles
de las almas
e intelectos en formación
que la sociedad
ha encomendado a sus manos
o que por los medios masivos de
comunicación se dejan impresionar,
influenciar
y conducir a la muerte.

Así traté de explicarle que la corrupción
es un camino de dos vias, un camino
a medias, que se necesita tanto un corruptor
como uno que se deje corromper
y que la responsabilidad es igual
en ambos casos cuando tan solo
se tienen en cuenta
los intereses propios sin prever
el futuro de sangre
y de miseria que se cierne sobre el horizonte
por nuestra ceguera y falta de preparación
y madurez política.

Así traté de explicarle el por qué personalmente
apoyaba, aunque estuviera consciente de las
debilidades del régimen. 
Porque me asustaba el futuro
en caso de su desaparición o muerte,
por la carencia casi absoluta
de verdaderos líderes
comprometidos con el futuro de la nación
y el bienestar social de todos
nuestros conciudadanos. 

Porque los revolucionarios de hoy,
y peor aún los líderes que los patrocinan,
y los que vendrán
después por muchos años, desgraciadamente,
tan solo verán su conveniencia económica
y dejarán arrasado el patrimonio que tan
laboriosamente hemos acumulado
dentro del esquema imperfecto en que vivimos,
en el que no se fuerza a ser corrupto a nadie
porque no se necesita,
ya que son interminables
las filas de aspirantes a formar parte
de la corrupción imperante.

¿Porque quién es más corrupto, hijo mío? 
¿El que soborna al policía aprovechando
sus mejores condiciones económicas
o el policía sobornado? 

Porque éste acepta el dinero y satisface
sus necesidades económicas y aún las sociales
al sentirse que controla por medio del poder
y su abuso al que lo ve de menos
y pretende comprarlo aunque luego grite
a voz en cuello
que cese la impunidad y la prepotencia del régimen
y reclame la aniquilación del régimen sin ponerse
a pensar que tan solo más violencia, impunidad
y abuso serán los reemplazos
de lo que ahora no soporta.

No se quiere aceptar la responsabilidad individual
que tenemos todos dentro del ámbito social
en que vivimos. 
El que transgrede la ley y a sabiendas de ello
soborna o reclama privilegios
y que en lugar de aceptar su responsabilidad
con honestidad y civismo más bien s
e jacta con desfachatez insensata de su viveza
al zafarse tan fácilmente del “clavo”
en que se viera metido,
no tiene ninguna fuerza moral
para luego indignado
protestar ante su grupo
por la injusticia social imperante
cuando estima que la mordida
fue mayor que la falta,
ofensa o delito cometidos.

Y así se sigue transgrediendo la ley,
sobornando y a la vez apareciendo
como espejos acrisolados
de honradez y de conciencia cívica.

Trata de entender, hijo mío, que la lucha actual
no es de liberación social
sino que es de intereses económicos
mezquinos y bastardos. 
Hay capitalistas ambiciosos
y políticos inconscientes que siempre
irán de la mano sin tomar en cuenta
que sus intereses particulares
no son los intereses del pueblo.

Y mientras éste se deja matar en las calles
siguiendo las consignas de un periódico ellos,
en simbiosis peregrina, desconcertante
e incongruente, halagan
con cantos de sirena, copas de champán
y palabras melosas a las fuerzas del orden,
a como las califican durante esos conspiradores
momentos, mientras las atacan con saña
en las páginas impresas
con que se manipula a las masas.

Porque ellos, hijo mío,
(los que sin tener en mente los intereses superiores
de la patria y el pueblo tratan de medrar
y prosperar en este asunto de la “Res-pública
(¿cosa pública o animal público?),
son como vosotros,
pero sin vuestra inocencia, cuando con gula 
tratáis de obtener el pedazo más grande del pastel
que solemos disfrutar cuando nos sentamos
los domingos a la mesa.

Porque ellos, hijo mío, con gula que no es gula
sino que ambición desenfrenada,
tratan de obtener cada quien para sí,
si no el pastel entero
la porción más grande y jugosa
y para ello utilizan tanto al pueblo
al que incitan a luchar
y protestar como a las fuerzas armadas
a las que tratan
de confundir y debilitar a la par
que desacreditarlas
para obtener sus siniestros propósitos.

En tal forma los obceca su ambición
que no quieren
entender que esta incitación a la violencia
es como forzar la flexibilidad y resistencia
de la hoja de un sable asido con ambas manos,
que se puede romper si sobrepasan
su capacidad de aguante y en ese caso l
as fuerzas opuestas
tan imprudentemente apoyadas,
las que todo tienen por ganar
porque no tienen nada,
correrán a llenar el vacío de autoridad
sacrificando a moros y cristianos,
y en primer término
a los que ilusamente creen
podrán influenciarlos
y dirigirlos a la hora del desquite.

Es por ello tan difícil y tan fácil de explicar
por qué se incita a los jóvenes a declararse
en huelga y practicar la violencia,
irrespetando derechos naturales de la familia
y la sociedad misma
so pretexto de defender esos mismos derechos. 

Por eso es que se incita a destruir protestando
por la supuesta destrucción contraria,
y a atentar con bombas tan peligrosas
para el que las lanza como para el que las recibe.

Y repito, hijo mío, que es tan difícil
y tan fácil de explicar
porque la verdadera razón
de que vosotros seáis incitados
a abandonar las aulas de clase para protestar
es la ceguera monumental
y la cobardía de nosotros,
vuestros padres,
seamos o no simples padres de familia
o gobiernistas,
opositores, políticos, periodistas,
guerrilleros de grabadora
en mano, comprometidos, independientes
o como llamarnos queramos.

Porque la culpa es de nosotros
a quienes pertenece
el presente que debemos modelar, modificar,
mejorar y purificar para que conformando
un futuro mejor
llegue a ser vuestro presente. 

Nosotros que no queremos reconocer
que es nuestra responsabilidad y no la vuestra
y que hemos olvidado que nuestra misión natural
es protegeros en lugar de abusar de vosotros,
a los que por ser considerados “intocables”
lanzamos a luchar nuestras batallas
y a solucionar nuestros problemas.

Nosotros que no queremos observar que
ni los animales mismos exponen a sus crías
al peligro y más bien ofrendan sus vidas
cuando las de ellos se ven amenazadas
por cualquier causa extraña y en cambio
os exponemos al sacrificio estéril por causas
que no os corresponden
y problemas que no queremos solucionar
por cobardía o conveniencia.

Por eso, hijo mío, es difícil de explicar
que la situación no cambiará
ya que los gobiernos
son reflejo de las actitudes colectivas
de los pueblos a los cuales gobiernan
y que mientras no reconozcamos
las verdaderas causas
y las encaremos con honradez y civismo
y persistamos en la campaña suicida
de incitación a la violencia,
tan solo formaremos líderes de barro,
líderes de barrio, pontífices de la distorsión
y emisarios de esa misma
violencia por la cual protestamos.

Y así veremos surgir como líderes
a cuanto escritorzuelo quiera o dejen ocupar
las columnas de los periódicos
comprometidos no con la verdad
ni con el pueblo mismo
sino que son sus propios intereses,
y a cuanto locutor cancaneante e iletrado
pero de voz ampulosa o histérica,
que quiera vociferar en lugar de informar
imparcialmente,
aprovechándose de la volubilidad de las masas
mientras los dueños, tras la fachada
de una pseudo-popularidad
y pseudo-compromiso o pseudo-independentismo,
cosechan a manos llenas
los beneficios económicos
de tan insidiosas pero bien pagadas
campañas subversivas.

La vida actual, hijo mío, está llena
y vuestra vida futura lo
estará aún más de dudas, incongruencias,
distorsión, conveniencias, materialismo consumista,
intereses mezquinos y campañas insidiosas,
como resultado natural y lógico de
nuestra falta de moral, honradez y civismo,
como consecuencia de nuestra ambición logrera,
cínica y procaz  que nos impele a destruir
todo aquello que no hemos sabido
conquistar o controlar por medio de vías
y procedimientos razonables
y válidos por su madurez y civismo.

Porque la madurez y el civismo
no se consiguen gritando
y alborotando por las calles sin reflexión y tino. 
Porque la sangre tan solo trae más sangre,
más odio y más violencia. 
Porque lo que se construye en un siglo
puede ser destruido en un día.
Porque el guerrillero de hoy serán
el agresor y el tirano del mañana,
y el agresor de ahora
el contrarrevolucionario del futuro. 
Y porque “La Prensa” de hoy
será el “Novedades” de mañana
y el “Novedades”
se convertirá en “La Prensa”,
si es que lo permiten
en la era revolucionaria,
en un rosario inacabable
de cambios sin provecho.

Solo me resta desear
que haciendo oídos sordos
a la incitación bastarda estudies con ardor,
intensidad y ahínco
para poder prepararte intelectualmente,
y que acudas, como ayer con el beso filial,
a comunicarme la inquietud que te acongoje
y el desconcierto que te oprima,
para que en la medida de mis fuerzas,
y protegidos en el seno del lecho conyugal
que propició tu existencia
podamos, tu madre y yo,
contribuir a forjar la madurez,
reciedumbre de carácter y la integridad moral
que habrán de constituir la única esperanza
de salvación
para tí y nuestra patria.

Ojalá que así como hoy que acudes a mi lado
en busca de alivio, orientación y consejo,
podamos encontrar
nuestro camino en el presente, que es nuestro,
para forjar un futuro que sea a la vez el presente
vuestro que podáis heredar a vuestros
hijos, nuestros nietos,
a quienes ya vislumbro cercanos
y a los que quisiera más lejanos
mientras reine la cobardía nuestra,
la falta de honradez y de civismo universales,
la manipulada impaciencia de las masas
y los intereses mezquinos que hoy nos incitan
a la violencia y nos están llevando
a la destrucción insensata, la anarquía y el caos. 

Tu padre que no quiere ser cobarde ni rehuir
sus responsabilidades paternas. 

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