Tuesday, July 22, 2008

¡El ciclo interminable de la irresponsabilidad familiar y la repetitiva potencialidad del abuso!

Cuando te encuentras inmerso, en cierto modo, en un círculo específico de ministración tal como el de proveer un ambiente hogareño a los niños abusados que el gobierno te entrega para su protección y cuido, ello te priva, en cierta forma, de desplazarte libremente para observar personalmente las incidencias diarias que se convierten en el suelo fértil que propicia la sistemática erosión de todos y cada uno de los valores morales que formaban la trama fundamental de nuestras sociedades, que los intolerantes de hoy, se empecinan en llamar tradicionales en una actitud y connotaciones despectivas.

Posiblemente cualquiera podría opinar que en un país como Nicaragua existe una vibrante exuberancia de jóvenes y adolescentes saturando los ámbitos universitarios para luego convertirse en el futuro esperanzador de su patria.

Pero si se observa cuidadosamente, a como tuve la oportunidad de hacerlo hace unos pocos días, cualquiera, sin necesidad de prejuicio alguno, puede percatarse que todos los ingredientes para la corrupción moral y física están omnipresentes y proliferan hasta en los portales de acceso de estos centros de educación superior, y con qué facilidad los adolescentes se convierten en presa fácil no solo de los subliminales sino también de los abiertamente provocantes estímulos que no reconocen ni respetan límites en su promoción de la corrupción, libertinaje y complacencia sensual desordenada y perversa.

Hace unas pocas semanas, mientras nos aprestábamos a reunirnos con nuestra familia en Guatemala y El Salvador, tras dejar atrás responsabilidades ministeriales previas, tuve que resolver ciertos asuntos administrativos, y como una forma de visualizar y llevarme en la memoria unos últimos vistazos y retazos de la vida diaria de mis connacionales, decidí usar los buses del transporte público.

La principal parada de bus que tuve que utilizar como punto de enlace para mis propósitos era precisamente la que es conocida como la parada de LA UCA (la universidad centroamericana) donde actualmente estudian psicología e ingeniería dos de los adolescentes que tuvimos a nuestro cuidado.

Ello despertó aún más mi curiosidad al ser testigo de la exuberante concurrencia de mujercitas adolescentes y aún adultas que pululan en los alrededores de dicha universidad, en una proporción de 10 féminas por cada 4 varones, ya sea acudiendo a la universidad o haciendo las conexiones necesarias para sus actividades cotidianas.

Y este activo pulular las expone a todas las ofertas de numerosos vendedores ambulantes de todo tipo de comidas, brazaletes, frutas, pósteres, y DVDs. Sí, DVDs que supuse serían, además de copias ilegales o pirateadas, de temas musicales o películas.

Pero lo sorprendente era que las ofertas consistían en temas pornográficos. Con curiosidad decidí constatar el número de temas ofertados y arribé en pocos segundos a la cifra de 65, sin que ninguno fuera musical o película.

Tenía conmigo una cámara digital, pero no me atreví a usarla para no ser confundido como un viejo pervertido (y esto será objeto de otros comentarios) deseoso de fotografiar a todas las hermosas jovencitas en sus muy provocativas minifaldas.

Sin embargo no pude evitar el meditar sobre cómo la constante exposición a todos estos distorsionados estímulos obtienen el resultado subliminal más negativo sobre toda esta juventud que se ve forzada a competir en la forma más provocativa posible desde sus más tempranas edades.

Al mismo tiempo Dios mismo me permitió ser testigo de la forma en que El está siempre presente y listo a orientar a aquellos que se rinden a su misericordia y gracia.

Mientras esperaba a otro bus para dirigirme al banco me senté a la par de una joven mujer, de piel oscurecida por los rayos del sol, que vendía frutas a los transeúntes. Ella aconsejaba a 2 niñas, a su manera, como si fuera la más experimentada evangelista.

Las dos niñas se lamentaban porque los conductores de buses ya no les permitían subir a cantar y en esta forma obtener algún dinero para su comida y para llevar a casa.

Les pregunté si ya habían almorzado, y con la mayor naturalidad me dijeron que ellos desayunaban, almorzaban y cenaban a la vez, usualmente alrededor de las 6 de la tarde si el día había sido fructífero.

Tan sincera y sencilla afirmación me conmovió profundamente y les di dinero para que pudieran comprar un almuerzo sencillo, y luego les ofrecí un poco más si me cantaban una canción.

Esperaba una alabanza cristiana a como muchos niños y aún adultos tienen la costumbre de cantar para los usuarios de los buses, pero ello me dijeron con una expresión inocente pero profundamente sincera, que ellos solo cantaban “rancheras”, ya que había demasiada competencia con todos esos falso, en sus palabras, niños y aún adultos que han hecho de ello un modus vivendi.

La mayor de las dos niñas me hacía recordar a Diana María, una de las niñas, que tenía esa edad cuando nos hicimos cargo del hogar de niños en el año 2002.

Esta niña, Selena Palacios de nombre, a semejanza de Diana María, solicitaba dinero a los transeúntes, mientras su madre, al igual que la de Diana María, vendía frutas en los mercados.

Y desde ese día no se ha podido apartar de mi mente y de mi espíritu la consciencia del ciclo repetitivo, en tiempo y circunstancias, de las necesidades de las mujeres desposeídas de educación, oportunidad y voluntad para enfrentar las circunstancias y proteger sobre todo a las niñas que actualmente son la presa más apetecida de los abusadores y oportunistas.

Lo que más me impresionó en Selena, al hablarle de Diana María, fue su sencilla afirmación de cuan privilegiada había sido al ser adoptada aunque fuera por un tiempo, por personas que deseaban lo mejor para ella, para que ahora pudiera apoyar a su madre a como ellas lo hacían a la medida de sus fuerzas.

Por todo ello le pedí y ella aceptó que le tomara una fotografía, para que pudiera orar por ella.

He aquí a Selena. ¡Que su forma inocente de mirar, mientras se apoyaba en la guitarra que por el momento es su medio para enfrentar a la vida, les llegue al corazón a como ha llegado al mío!

¡Oren, por favor, por ella, a como lo estamos haciendo cada noche en familia, tanto en Guatemala como en El Salvador, antes de retirarnos a descansar en comodidad, protección, y satisfechas todas nuestras necesidades materiales y espirituales!

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