Tuesday, July 29, 2008

Para distinguir lo irreal o lo distorsionado hay que comprender primero lo real y lo correcto.

Mis subsiguientes comentarios deberían por lógica enfocarse en la contraparte biológica de las niñas y mujeres (los jóvenes y los adultos), pero esto será el objeto de los que sigan a los comentarios presentes por varias y muy buenas razones.

En los años sesenta mientras estudiaba finanzas en Los Estados Unidos los estudiantes latinoamericanos nos vimos confrontados con muchos esquemas falsos, distorsionados, aún podríamos decir que maquiavélicos, entre ellos las tendencias falsificadoras de las monedas de intercambio internacional.

Ante la variedad innumerable de tales falsificaciones nos fue recalcado que la más rápida y fácil forma de no dejarse atrapar en los sofisticados laberintos era el establecer los parámetros analíticos correspondientes basados en lo que sabíamos bien era lo verdadero a fin de establecer la corrección adecuada o deseable que permitiera alcanzar los objetivos nacionales.

No todo mundo puede, en ninguna sociedad, escalar la estructura social y llegar a pertenecer a la exclusiva clase privilegiada social o financiera. Tampoco es deseable el forzar un estúpido igualamiento al nivel de las clases menos favorecidas o incapaces de superarse a sí mismas por decisión o auto convencimiento, tan solo por la irracional obsesión de imponer una distribución de las riquezas aún a costa de la bancarrota moral, social o económica.

El desarrollo integral de las naciones basan su progreso en la existencia y accionar de una vigorosa clase media que no dependa de los extremos radicales de lo que se suele llamar las derechas (o capitalismo a ultranza) o izquierdas (socialismos o revolucionalismos demagógicamente populistas)

En mi caso particular crecí en una familia de clase media común y corriente en donde la educación, los valores morales, la integridad (la palabra dada más valiosa y firme que cualquier leguleyada o coerción impuesta por sistemas judiciales la mayoría de las veces prejuiciados y corruptos.

Nosotros, como individuos y familia, hemos enfrentado toda clase de circunstancias temporales, a como la popular canción pregona poderosamente… That´s Life! ¡Así es la Vida!

Hemos estado en las cumbres así como en los abismos, hemos formado parte de círculos sociales y nos hemos visto excluidos o exiliados por los avatares políticos, hemos sido pontífices, piratas, poetas, payasos (a los ojos de los que nos adversaban pero no de los que nos conocían y apreciaban) pero siempre nos hemos recuperado de las vicisitudes y continuado participando optimistas en la maratón de la vida.

Y lo hemos podido hacer por haber sido educados verticalmente opuestos a cualquier componenda o injusticia, distorsión, ambición inaceptable o desmedida, y por haber sido impregnados desde nuestra niñez por la convicción de mantenernos firmes sin importar las circunstancias por desfavorables o atractivamente engañosas que fueran.

Y así podríamos seguir llenando líneas y párrafos sin cuenta, pero preferimos presentar nuestras vivencias en la forma visual en que las hemos plasmado para heredarlas a nuestras descendencias.

Hoy nos encontramos en nuestra tercera edad gozando plácidamente del amor y la atención de nuestras nueras y nietos, con la tranquila consciencia de que ha llegado el tiempo de ver los frutos de los valores y principios de vida que pacientemente inculcáramos a nuestros hijos.

Esto es lo que deseamos de todo corazón para todos esos niños y generaciones presentes. El poder vivir y progresar a través de la dedicación y trabajo concienzudo y consciente, sin ninguna injustificada agresividad o resentimiento social basado en manipulados derechos por la falta de las correspondientes responsabilidades mutuas, sino más bien basándonos en los sólidos fundamentos morales, espirituales, mentales y emocionales, que desgraciadamente hoy en día están casi totalmente ausentes.

Esta es la única forma de gozar y recoger los frutos de la cosecha cuyas semillas plantamos cuidadosa y pacientemente a lo largo de 46 años de vivencias.


Necesidades y dificultades se encuentra a cada paso por doquiera,
pero ello no es pretexto o justificación para las confrontaciones intolerantes y violentas
en que nos involucran a propósito los sectores interesados tan solo en preservar sus privilegios.

Cualquiera de nosotros puede encontrar gozo y esparcimiento en cualquier circunstancia,
aunque formemos parte de las clases menos favorecidas
siempre que seamos capaces de danzar sobre las piedras de los obstáculos
mientras las olas cubren y refrescan nuestros pies descalzos.


Podemos y debemos gozar de las bendiciones y recursos que nos han sido entregados a cambio de nuestros decididos esfuerzos, sin menospreciar a los menos favorecidos, sino más bien anuentes a compartirlos de manera que ellos puedan aspirar a llegar algún día a ser parte de nuestra clase media.



Pero, y esto sí que es un grande e imprescindible pero…
Sin llegar al extremo de desechar por las alcantarillas del oportunismo y la decadencia moral nuestra auto estima y respeto y lo que íntimamente sabemos es lo correcto
tan solo por gozar de una libertad sin frenos
en la satisfacción física de nuestros apetitos y carencias.

Todos tenemos el derecho a gozar de las bienandanzas de la vida pero eso sí, sin desvalorizarnos a través de actitudes, costumbres o sometimiento a tendencias degradantes


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